Una princesa victoriosa

 



 Una princesa victoriosa

Diana Lizeth Andrade Duran

 

Hola, mi nombre es Pamela, me fui al cielo cuando tenía 7 años de edad, se preguntarán ¿Por qué? , el motivo por el cual me fui, es que me gané la corona del virus que llego al mundo, eso me puso ¡muy feliz! ¡Me la gané!, todo empezó cuando yo escuchaba a mis papitos hablar de una corona que había llegado al mundo, decían que teníamos que cuidarnos mucho y no salir de casa porque la podíamos tener si desobedecíamos a los protocolos de seguridad; a mí se me hacía tan raro que no deberíamos salir para ganarnos una corona, ¿Quién no querría una corona? , a mí, ¡me encantan las coronas! , me gusta ser una princesa… pero en fin, yo quise obedecer, escuché que debíamos lavarnos las manos contantemente, usar un trapo en la boca, que la verdad eso me asfixiaba mucho, era desagradable no salir de casa, ni visitar ni ser visitado, eso era triste para mí, porque yo quería salir a jugar con mis amigas y visitar a mi abuelita, pero mi mami decía que en mi casa estábamos seguros.

Pasaron algunos meses, yo ya estaba cansada y aburrida, tenía clases por medio de una computadora, no entendía muy bien, ya que no era la misma estar en tu salón a estar frente a una computadora, en ocasiones me sentía muy enojada, otras veces triste, extrañaba mi vida de antes, sin embargo, tenía que obedecer solo por rechazar una corona que yo si quería; de repente, ya comenzaba a mirar por mi ventana que las personas empezaron a salir más, le pregunté a mamá que si porqué, a lo que ella me dijo, que al parecer ya no había muchas coronas en la ciudad, por lo que ya podrían salir, siempre y cuando siguieran los protocolos de seguridad, me puse muy feliz Y triste  a la vez porque ya no había muchas coronas…

Un día 23 de agosto, era cumpleaños de mamá, ella decidió hacer un convivio familiar en mi casa, por fin una fiesta, ¡que felicidad!, me puse un vestido que era de mis favoritos; cuando llegaron mis familiares, todos me abrazaron y me dieron besos porque decían que me habían extrañado mucho, yo estaba muy contenta; se acabó la fiesta y todos se fueron, y me fui a mi cama a dormir porque me sentía cansada.

Pasadas dos semanas, era de mañana, me levanté de mi cama y me dirigí a desayunar, me comencé a sentir un poquito mal, le dije a mamá que sentía un dolor en mi cabeza y mi garganta, rápidamente ella me dio medicamento y me volví a acostar, cuando me levante, sentía mi cuerpo cansado y me fue aumentando; al siguiente día amanecí con mucho frio, mamá me dijo que tenía calentura, decidió llevarme al hospital porque ya estaba sintiéndome muy mal…

Sentía como me atravesaban las agujas al inyectarme, estaba solita en un cuarto, sentía que no podía respirar ¡era horrible!, comía y no me sabia a nada el alimento, mi cuerpecito sentía que ya no tenía fuerza, extrañaba a mis papitos, en el silencio les podía gritar, ¿Por qué me dejaron sola?, no entendía si yo los amaba… día con día se me iba más mi oxígeno, ya tenía más de 8 días sin poder ver a mis papitos, era muy triste estar así, solo sé que tenía muchas cosas conectadas a mi cuerpecito y eso era muy doloroso, hasta que un día me quede dormida y mire las nubes y a lo lejos miraba los brazos de mi abuelito que me recibía, me sentía feliz porque ya no sentía dolor, porque al lugar que llegue todo era muy bonito y desde lejos mi abuelito me gritó: ¡Te ganaste la corona! , yo contenta fui a sus brazos y le dije: ¡Abuelito, ahora soy una princesa victoriosa!

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