La literatura mexicana: una cosmovisión única
Oscar Eduardo Espinoza Aispuro
En
2018, tras llevarse el premio a mejor director en los Golden Globes, Guillermo
del Toro se dirigió a la sala de prensa -conforme lo marca el protocolo- y fue
cuestionado por una reportera china, quien en su turno de hablar le dijo:
“Usted tiene la habilidad de ver el lado oscuro de la naturaleza humana; la
fantasía y el terror. Pero también, es una persona alegre y amorosa, ¿cómo
encuentra ese balance?
Sin
titubear, en tres palabras, Guillermo diría una respuesta que hasta la fecha me
sigue erizando la piel: “porque soy mexicano”. Eso desató las risas y los
aplausos de los reporteros de todo el mundo que se ubicaban en la sala,
haciéndolo en señal de admiración a la genialidad de lo contestado por el
cineasta mexicano. Posteriormente, del Toro, continuó diciendo: “nadie ama la
vida más que nosotros porque estamos conscientes de la muerte. Apreciamos la
vida porque vivimos con la muerte. Todos en este planeta abordamos un tren que
su destino final es la muerte, así que vamos a vivir, disfrutar, amar y ser
libres. Yo creo que cuando eliminas una de las dos partes de la ecuación, se
convierte en un panfleto, cuando tomas en cuenta la obscuridad para prender la
luz, eso es la realidad”.
A
partir de ese comentario que le dio vuelta al mundo, muchas personas
comprendieron que, tal como lo dijo un año antes a esta situación Taleb
D. Rifai -quien fuera secretario general de la Organización Mundial del Turismo-:
“México no es un país, es un mundo propio”.
Ayer,
el día 20 de abril de 2021, se dieron a conocer las 50 ciudades más violentas
del ranking 2020. El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia
Penal mencionó que, dentro del top 8, hay 7 ciudades mexicanas -las 6 primeras
y la octava- y, en total, son 18 las que conforman a esta lamentable lista. Yo
le escribo desde la cuarta ciudad más peligrosa del mundo: Ciudad Obregón,
Sonora. Al redactar esto, me retumban las palabras tanto de la reportera, como
de Guillermo. Por una parte, del Toro, explica la dualidad que representa ser
mexicano y, la enviada por la agencia de noticias Xinhua, ejemplifica lo
complejo que es entender eso.
Veo
en el arte un remedio para el espíritu y la literatura no es una excepción. ¿Te
has preguntado cuánto remedio ocupa un espíritu con todos los problemas que
enfrenta la sociedad mexicana? o, ¿sabes lo que representa para nosotros que
algo nos sea para bien? Es por eso que muchas veces se elige a la literatura
como escapatoria de una realidad que no nos gusta y, que muchas, veces, la
sufrimos. Cansados de tanta adversidad, el mexicano aprende a valorar y
disfrutar las pequeñas cosas, y como conoce todo mal, aprecia todo bien.
También, es por eso que decidimos ver el vaso medio lleno, y reír en vez de
llorar; aunque nos toque ver lo peor, elegimos ser lo mejor. Ser mexicano es
buscar continuamente el equilibrio entre el malestar que lo rodea y lo que
dentro de él hay: amor por la vida. La literatura mexicana es eso, la visión de
un patriota a través de las letras.
Desde
la creación de la academia de Letrán se buscó darle una identidad propia a la literatura
mexicana; esa identidad, se encontró en nosotros mismos, en lo que es cada
autor. Tal vez, la grandeza del artista mexicano recae en que el autor es fiel
a lo que él mismo es, ve y siente. Entonces, el contenido va primero que la
estética, porque de nada le sabrá decir algo bonito si no viene de lo profundo
de su alma.
No
sé si algún día llegue a comprender del todo lo que significa ser mexicano,
pero de cierto le digo que me gusta serlo. Por último, lo único que puedo
decir, desde mi ignorancia, es que el literato mexicano describe, expresa,
sueña, enseña, crítica, reflexiona, busca transformar la realidad, pero, sobre
todo, vive, y eso, para mí, es verdaderamente arte.
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